martes, 18 de enero de 2011

Si una mañana de invierno un filósofo

Cuentan que estando Platón a punto de embarcar en el puerto de Siracusa, después de haber sido redimido de la esclavitud por Arquitas de Tarento, un grito lejano de gaviota le destempló el cuerpo y el ánimo. Y, extendiendo su mirada hacia el mar, un sabor triste a herrumbre le empastó la boca. Intuyó, quizá, la atroz futilidad de su tarea: convertir al tirano Dionisio al noble saber de la filosofía. En el incandescente cielo del amanecer, se insinuó el terror de todos los espejos, mientras una gota de sal se pudría lentamente, como la mentira, en sus labios. ¿Qué símbolos, qué huellas del dolor sospechan los cuerpos que se abandonan a la idea de que la filosofía, el pensamiento, purifican al poder y lo iluminan?
La lágrima contenida del filósofo se hacía cada vez más grave. Si terrible era concebir su misión al servivio de los que administran la ciudad, más aún le parecía que la filosofía sólo tuviera vida posible al arrimo de la fuerza y de las armas. Ni el brillo del pescado en los cestos, ni el dorado perfume de las frutas, ni siquiera la sobria sensualidad a la que invitaba el olor rotundo del vino, conseguían aliviar un presentimiento de muerte que le ahogaba. Tal vez, volvió a sentir el mismo agrio regusto que le asaltó cuando Sócrates tomaba la cicuta para obedecer las leyes, en las que no creía, de los hombres. ¿Cuántos silencios, cuántas miradas eran necesarias para saber que estaba condenado a vivir en guerra con sus entrañas?
Durante la travesía, entendió que el pensamiento y la violencia comparten la misma sangre, adivinando tal vez que la filosofía esconde su crueldad, su rostro inmisericorde, tras ese sueño natal de una tierra que está en todas partes. Al arribar a Atenas, la luz del mediodía le enardeció el corazón: escribiría una obra "El Filósofo" para desgarrar definitivamente la filosofía de la política, pero un áspero viento detuvo su mano. Lo escrito esta fijo y muerto, la literatura no es más que muerte. Mejor legitimar la tiranía, dejar que las ideas presten su carne para la sagrada prostitución con el orden dado.
Ya en la tarde, con un presagio de pardos olivos oscureciendo la lejanía, Platón rasgaba el pergamino diseñando la dictadura de "Las Leyes". Vencido y cansado, supo que la vida se le iba igual que un antiguo recuerdo.
Siglos más tarde, un soldado romano encontraría algunos de sus escritos en la soledad de un campamento, en los que recomendaba expulsar a los poetas de la ciudad por ser falsos imitadores de imágenes de virtud, y también lo que parecían unas notas íntimas, "para sí mismo", que registraban con tono sereno pero amargo sus dudas, sus desánimos, ciertos deseos de muerte, imprecisas añoranzas, ausencia de un amor acaso...

9 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Asombroso, bárbaro: a mi entender la cima más alta de esa cordillera himaláyica que ya es “La Rivoli”. De tu texto me gusta todo, desde los elegantes detalles de estilo, con alguna pincelada borgiana ("el terror de todos los espejos") o la evocadora plasticidad de la sinestesia ("el dorado perfume de las frutas"), hasta el fondo del asunto, con la melancólica decadencia, una vez más, de la derrota; y eso que Platón, el Floyd Patterson de la filosofía, no pudo adivinar que su mayor fracaso sería san Agustín. Y todo esto en cuatro párrafos y sin citas, ¿se puede pedir más?
    Mi más sincera enhorabuena.

    ResponderEliminar
  3. No estaría de más una hermenéutica sosegada de todos los textos y una vuelta de tuerca a los comentarios.

    Yepes, mejoras con los años.

    ResponderEliminar
  4. No, no estaría de más. Aunque la prosa poética de nuestro amigo desvela hallazgos y fogonazos verdaderamente sublimes, no acabo de penetrar el sentido último del texto, si es que a estas alturas cabe exigir que un texto lo tenga. Esperemos acontecimientos releyendo la música que fluye.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Estimados Estrella del Mar y Mishkin:

    Tenéis toda la razón, lo que no sé es si eso resulta divertido. Una hermenéutica seria o rigurosa de los textos de “La Rivoli” constataría nuestra mediocridad, cómo no; de no ser así, otros serían los soportes de nuestros escritos. Pero tener presente de continuo esta verdad fehaciente solo conduce a la parálisis. En cuanto a las efusiones enfáticas de mis comentarios, son meras expansiones de mi personalidad trastornada o manifestación del deterioro que el cáñamo ha causado en mis sufridas neuronas; con todo, creo que son preferibles a la callada por respuesta, que sólo sirve para aumentar la soledad de naúfrago del escribidor ante la vastedad de la web océana. Sé que es defecto mío, pero solo me divierto con el disparate, la irreverencia, la hipérbole y la ironía (dejo el sarcasmo, la sátira y la coprolalia, que también me deleitan, para otros más dotados). Ignoro por qué suerte de equívoco he llegado a creer que todos participábamos de estas convenciones y que la desmesura verbal era una manera de guardar el decoro. Podemos asumir nuevos principios para la colaboración, más sesudos, serios y profundos, pero me temo que de esta manera convertiríamos el blog en una hoja parroquial, aunque fuera de una parroquia laica y marxista.
    Pese a todo, no insistiré en que el texto de Carlos Yepes es muy bueno, me limitaré a mantener que a mí me ha gustado mucho.
    Atentamente…

    ResponderEliminar
  7. Excesivo y apabullante pero respetado Negro Black:

    Por mí, no te cortes. Lo de hacer nuevas lecturas de los textos se debe más a una cuestión personal que colectiva. Me gusta leerlos y releerlos, sobre todo porque a veces no me entero y porque no tengo tiempo para leer con la atención que quisiera. Por eso La Rívoli no puede ser una hoja parroquial, creo que en cuestiones artísticas, filosóficas y, si me apuras, científicas, debe reinar la libertad, la creatividad y ¿por qué no? la genialidad del creador (a pesar de que en una comunidad científica es eso ya difícil). Por otro lado, ¿por qué otros soportes no van a ser posibles?¿por qué menoscabarnos o ningunearnos?vamos a querernos un poquito más, aunque nos miremos el ombligo.
    En cuanto al texto de Yepes, estoy contigo en que también me ha gustado mucho, pero también me parecen excelentes el de Floyd Patterson y "La balada de Juan el loco". Sobre los textos de Mishkin aún no me he decidido.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Agradezco encarecidamente los elogios hacia mi modesto texto, pero ya sabemos que cualquier alabanza es sospechosa de un malentendido. De todos modos,tampoco se trata (como protestaba el señor Lobo de "Pulp fiction") de "chuparnos las pollas ahora" (permítaseme la jerga o "coiné" canalla) Por cierto, la alusión, querido Negro Black, a la coprolalia ¿se refiere a algún contribuyente de este blog
    En lo referente a la demanda hermenéutica que parece haber nacido en este blog, ¿no son acaso todos los textos (incluidos epitafio, juramento o maldición) otra cosa que pura interpretación? ¿No es tal vez la escritura pura interpretación del silencio? Sinceramente, no lo sé.Pero la duda ni me corroe ni pienso que sea una forma de inteligencia, como creo recordar que la consideraba Borges.En lo que respecta a tu comentario, Mishkin, sobre el sentido de mis palabras sobre Platón, te diré que no quería hacer otra cosa que una pequeña fabulación sobre un Platón posible que que a través de sus vacilaciones y autocríticas transparente relaciones abominables entre la filosofía yy el poder, y sobre todo, el presentimiento de que la filosofía oficial y exotérica que hacen los filósofos esconde sus verdaderas opiniones. En fin, un saludo emocionado al comprobar que la conversación en Occidente no decae por el momento.

    ResponderEliminar
  9. Sí,nunca bien felado Yepes, lo de la coprolalia lo decía por el añorado Mishkin, que debe haberse hecho -como los miles de lectores que nos siguen- un intérprete ágrafo del silencio.

    ResponderEliminar

                                                              RICARDO      ...