viernes, 27 de mayo de 2011

Liturgias de primavera

Estalla el mes de mayo con su lujuria de flores, exultantes luces electorales bajo un sol de injusticia, pertinaces alergias y poéticas concentraciones en plazas doradas. Pero, sobre todo, de los niños soldado y las núbiles doncellas comulgantes.Es entonces cuando recordamos aquel dictamen de Nietzsche denunciando la tibieza de los cristianos: "Si es verdad que ahí se encuentra lo que por fe debe ser el cuerpo de Cristo, no entiendo cómo los cristianos no salen gritando de alegría a la calle."

Ciertamente, asombra la pasividad e impavidez con que reciben su carne sin mostrar la menor emoción. Mas otro estupor nos invade: que tan excelso acontecimiento de teofagia y totemismo ritual sólo merezca una convencional celebración en los Salones "Lady Ana" o cualquier otro mesocrático establecimiento. También origina una deliciosa perplejidad el carácter de noviciado militar que encierra tan marcial ceremonia. Bien de marineritos o almirantes los niños, o de novias místicas las niñas, los indefensos impúberes, tensos y vigilantes por la solemnidad que van a cumplir, templan y aquietan su ánimo tan pronto les asalta el balsámico pensamiento de que, al serles dada por primigenia vez la comunión, lo van a hacer vestidos de manera correspondiente: los varones, con la ropa del oficio que más sabe de dar hostias; las hembras, con el dulce atavío de la sumisión y la obediencia.

Dejando al margen el rito de religión civil o la probable conculcación de los Derechos del Niño que el suceso iniciático entraña, es claro que mediante este trascendental acto confirman su ingreso en una antigua y "Honorable Sociedad", que ha acreditado su eficacia en múltiples y acrisoladas infamias. Pero volvamos a la sencillez y emoción con la cual viven las familias el hecho. Versadas, instintivamente por supuesto, en tácticas de guerrilla urbana, se las puede ver emboscadas en la puerta de un bar o restaurante, o marchando alegremente por las calles con la satisfacción del requeté recién comulgado, el niño o la niña de avanzadilla traviesa y pizpireta, y la voz tribal que les advierte de que están poniendo en peligro de rotura o suciedad el uniforme o traje.

Todas estas maniobras vienen a desembocar en el gran ágape de celebración en las susodichas fondas u hospederías. Allí menudean las cultas y jocosas conversaciones, con un punto siempre chispeante de maledicencia, sobre el resto de los comensales, la grata fanfarronería sobre quien tarda menos en llegar con el coche a Murcia o Alicante, lo buena que se está poniendo la hermana pequeña de Alicia o las dudas sobre si la ensaladilla no estará un poco pasada. Tampoco suele faltar el lisonjero que ensalza lo guapa que está la niña con su vestido blanco: "¡Parece una novia!". Y si el pudor y la ocasión lo permitieran, el pedante que trae a colación pasajes del "Cántico espiritual" o el "Cantar de los cantares".

Cuando la liturgia declina, y los últimos y delicados acordes de un pasodoble se pierden con la tarde, todos los participantes, amohinados por tanto trasiego de viandas y alcohol, y no por la lucidez no alcanzada, dan por acabada la feliz ceremonia con la sensación que expresara tan bien el poeta (y que un gran amigo mío tanto festeja) " de una bulla triunfal en los vacíos".

martes, 24 de mayo de 2011

Soneto culinario escrito al alimón por Montenegro y Negro Black en un ameno jardín de Denia (julio-2001)

Fideuá


Rotundo sol de crustáceos reflejos
-sitaxis circular-, y jubilosa
luna empedrada vuelta ardiente, rosa
de hilados azafranes circunflejos.

Reloj quieto, tiempo que vive lejos,
remueve calidez y la reposa:
devuelve los recuerdos de las cosas,
simplemente resueltos en complejos.

Amarillo albero, as que los espejos
la calma multiplican vaporosa;
crespo rostro erizado que sonrosa
rubores marineros y festejos.

Destellos de fermentos paladares:
el fideo, los soles y los mares.

jueves, 19 de mayo de 2011

El vientre del arquitecto y el duodeno del aparejador.


Live TV : Ustream

El libro que yo echo de menos y nadie escribe es Presente y futuro del club Underbridge. Como su nombre indica, los integrantes del club Underbridge no se reúnen en hoteles de cinco estrellas sino bajo los puentes. Su influencia individual es nula pero su número va en aumento constante y sólo en España ya cuenta oficialmente con medio millón de nuevos miembros. Desde hace siglos, los arquitectos del universo han subestimado la capacidad del club Underbridge para irrumpir en la Historia y han despertado de su sueño cayéndose de la cama por cualquiera de sus dos lados.
(Mayo de 2009)

Acróstico compuesto en honor de Negro Black al verle citar con gallardía a un petirrojo en la ribera del río Lobos

Pensativo contempla el manuscrito
El copista del cantar y de la gesta;
Reposa en la mano la mejilla,
Afila la pluma y la paciencia.
Brotan de la tinta vuelta en voces
Batallas, desafíos y consejas;
Albricias, que el Cid, Yúsuf y Minaya
Trazan en la piel letras bermejas.
Librando la batalla por la fama,
El escriba y el Cid lidian contienda;
Escribe uno, rasgando el pergamino,
Sobre lides, de bodas y de afrentas;
Cabalga otro, por versos y tiradas,
Retando a su mentor en hora buena.
Inventa Per Abbat rima y medida
Vasallo Mío Cid de su leyenda;
Inclina la cabeza el amanuense
Obstinado en la historia que le alienta.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Versos difusos

No obstante



Al fondo de la calle
se incendiaba la tarde.
Era uno de esos ocasos
en que los poetas escriben
en los cuartos de míseras pensiones
versos manchados de intensos colores.

Hubo un soplo de viento.

Tras las lluvias, un canalón goteaba
su incesante símbolo.
Creí advertir la brecha
que separa
este mundo del otro.
Entre las basuras abandonadas
en las puertas de las casas
se oyó un gemido de cosas,
como si un gato o una rata
revolvieran las inmundicias.

Tuve ganas de demorarme en la calleja;
detener mi paso en aquel punto de la ciudad,
una ciudad incomprensible y extraña
en la que,
una vez más,
me había perdido.

Seguí caminando, no obstante.







Profilaxis



El fracaso produce vergüenza ajena.

En 1525,
cuando el emperador visitó Toledo,
las autoridades expulsaron a los mendigos
allende las murallas
para no ofender la majestad del césar.

Ha ocurrido muchas veces.

Hoy,
el alcalde de Madrid,
tras cometer imposibles bancos en las avenidas,
quiere recluir por ley
a los mendigos en sus aseados albergues.

Los comerciantes aplauden:
-Los andrajos espantan los clientes;
los turistas lo celebran:
-Los marginados arruinan las fotos de las estatuas.
Los mendigos perturban también
a las señoras que salen de misa
en las tardes desapacibles.
Perturban y erizan
lo bello de sus visiones,
el vello de sus visones,
leopardos y martas cibelinas.

¿Qué decir?
Tienen más razones.
Es verdad que los mendigos huelen mal,
orinan en las esquinas,
en los pasadizos vomitan
y beben vino de tetrabrik.

lunes, 2 de mayo de 2011

Oficio de tinieblas por Blaise Pascal




"La vida es un hospital en el que cada enfermo
quiere cambiar de cama"
CHARLES BAUDELAIRE





Cuando Blaise Pascal penetró aquella noche de 1654 en la soledad iluminada de su celda, aún no había llegado el invierno a la abadía de Port-Royal ni el viento mecía los cipreses ausentes. Un escalofrío oscureció su alma, y su pobre cuerpo, crucificado por la enfermedad y el sufrimiento, tal vez presagió su podredumbre bajo la nieve.
Ya había visitado anteriormente con su hermana Jacqueline la herética abadía, enfebrecida de jansenismo, en la que notables políticos, pensadores y hombres de fe atormentada se refugiaron y negaron. Muchas noches recuerdan el horror de las conversaciones y el silencio que regresaba insomne por las mañanas. “Esa sonrisa tierna y severa de mi hermana acariciando su breviario como si sacudiera la ceniza, es lo que viene a mi memoria una y otra vez sin consuelo”, pero el horror del yo y del mundo siempre traía el olor a abandono de la carne quemada.
“¡Cómo amo el recuerdo de mi padre el día que me descubrió, teniendo yo doce años, en la claridad de mi habitación jugando con barras de carbón y dibujando figuras en las baldosas!” “¡Había descubierto las matemáticas, su transparente armonía, el arrebatador perfume de las figuras justas y de las proporciones que entre ellas guardan!” Para el niño criado entre dos hermanas atentas, aquel talento para escuchar la música exacta del universo y desentrañar sus fascinantes secretos le concedió una reputación temprana de gran inteligencia. Su padre le introdujo en los círculos y sociedades matemáticas, fue avanzando en saber y descubrimientos, publicó brillantes escritos y construyó máquinas aritméticas, pero de alguna manera ya presentía que nada de esto calmaría la inmensa herida que llevaba dentro. Sin duda, el desierto parecía más cerca.
“Desde los dieciocho años , no he pasado un día sin dolor”, confiesa a su hermana Gilberte. Y ciertamente hasta en los días más azules una algarabía de pájaros de sangre devoraba su vida y su carne. Una nueva apuesta se le ofrece al joven Pascal para huir del hastío: la del ingenioso y fulgente libertino que frecuenta los salones dilapidando el exiguo patrimonio familiar. Vana empresa de simulacros que terminará arrasando la furia oculta de ese dolor que crece semejante a un río negro y salvaje

Necesitaba una ocupación más trágica, deslizar su vida por el filo de una espada, llámese Dios o la nada. Comprende que toda percepción extrema es religiosa, y a ello se apresta por los meandros más adustos de la fe, abraza la causa jansenista, y el polvo cubre tanto su escritura como su existencia. Adopta los modos de la dialéctica libertina y arremete contra la diabólica Sociedad de Jesús por prostituir la hermosa esperanza cristiana. Usa la escasa pero enérgica salud que le resta para ejecutar una magnífica, elegante e irónica demolición:Las Provinciales. Resplandeciente panfleto que desmantela el bastardo edificio teológico-político que la Compañía había erigido en busca del poder. El esprit de finesse y el esprit de géometrie se hermanan para el sutil ataque. Y nuevamente la delicadeza intelectual le condena al fracaso: Las Provinciales son quemadas públicamente.
“Sí, si no sobraran las palabras, las dulces y ciegas palabras, hablaría de la terrible luz de mi tristeza, pero si ni siquiera el amor a la verdad me conforta. Todos mis amigos se han plegado a la intolerancia inquisitorial, Jacqueline ha muerto defendiendo su pureza doctrinal… y yo… ¡Dios mío, si no vivo ni en mi cuerpo ni en mi alma… dame, Señor, por tu bondad y por tu gracia, el silencio que no merezco!”

Siente Pascal que es fácil el abismo, casi como lavarse las manos, que el hombre que arduamente le habita ni siquiera consiste en los pensamientos enfermos que le golpean a lo largo del día. Nadie lo menciona, pero quizás una sensualidad insólita, extemporánea, se le insinúa cuando se aposenta la noche. Luz desconocida de un alma que apenas alcanza a rozarse. “¡Dios de mi alma, qué innombrable pecado, ser feliz en lo más íntimo de este cuerpo enfermo, y proclamar que la carne no es miserable! ¡Belleza última y horrible de estas jornadas, fatiga placentera de una piel que no pide ser redimida!”

Lejano ya el humo de todas las batallas, se disuelven los espejos de los anteriores juegos. Queda la apuesta final: viajar hacia la muerte de la palabra escribiendo los Pensamientos, despiadado ejercicio de aniquilación del mundo, del yo y de la filosofía. “Sólo deseo que el olvido me salve, como el beso cálido que mi padre dejaba en mi frente todas las noches. Definitivamente, la vida y la filosofía son una burla cruenta, un estar a solas esperando a ser degollados, mientras este cuerpo gangrenado muerde la ceniza igual que la culpa”.

Es áspero amanecer sabiendo que no hay palabra o lectura que nos calme, ni agua que limpie el légamo del vacío sobre nuestros labios.

Sólo queda perderse en el desierto, ser la sombra eterna del silencio.

                                                              RICARDO      ...