viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad con abadesa preñada y fuego amigo. Óleo sobre lienzo.

Según el Diccionario de Uso del Español, el oxímoron es una figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto. Desde la abadesa preñada de Gonzalo de Berceo en el siglo XIII al fuego amigo de nuestros días, la vocación del oxímoron es suscitar la sorpresa, despertar nuestra curiosidad, provocar la incredulidad o la ironía, y a veces, iluminar la vida con la revelación de una paradoja oculta y maravillosa (la soledad sonora de San Juan de la Cruz). Cuando el oxímoron se tensa hasta lo imposible entra en el terreno de la contradictio in terminis, fuente de jugosos chascarrillos y malvados sarcasmos como el del sardónico Unamuno que cuando le preguntaron si había leído el último número de El pensamiento navarro, exclamó: ¿El pensamiento navarro? ¡Imposible! Tenemos un editor en la Rívoli que los colecciona, compila e incrementa en función de sus propias filias y fobias, de forma que su lista incluye además de pensamiento navarro (ya todo un clásico), derecha civilizada, izquierda unida, querido compañero, feliz navidad e incluso Microsoft Works (Microsoft funciona).


La verdad, no sabemos si a ustedes feliz navidad les parece la formulación de un deseo noble y puro o un oxímoron a una contradicción en sus términos o una fórmula hueca para despachar de una vez al jefe antes de unos días de vacaciones, porque tantas cabezas, tantos sombreros. Por nuestra parte, y desde esta modesta y apasionante aventurilla con apenas un año de vida, no podemos dejar de desearles lo mejor a los que nos leen, a los que nos ignoran, a los que inspiramos, a los que nos inspiran, a los que nos ceden sus imágenes sin saberlo, a los que ignoran nuestras invitaciones, a los que no saben lo que se pierden y a los que aún se lo están pensando. Que descansen, que sueñen y que hablen con los niños.

La Rívoli.

martes, 21 de diciembre de 2010

¡La cara, Manolo. la cara!

Un tórrido día de verano a finales de los 70. Fraga y su entonces escudero, Pío Cabanillas, en viaje oficial, hacen un alto en una cala desierta deseando darse un chapuzón. Ni don Pío ni el ministro, fatalmente predestinado a que la historia le asocie a esta prenda, tienen bañador, así que se van al agua en directa, en pelota y en la confianza de que el aislamiento y la soledad del lugar les garantizan un baño secreto y discreto. Si hubiera asomado por la playa la aleta de un tiburón, habrían sentido menos espanto que al ver aparecer, aparcar y desembarcar en la arena a un autocar del colegio de monjas del Sagrado Corazón de Placeres, provincia de Pontevedra. Pío comprendió que lo decisivo en aquel trance no era la exhibición de las vergüenzas sino la notoriedad de sus propietarios, así que ante el acto reflejo de su jefe de echar las manos a la entrepierna, con inteligente sangre fría echó a correr hacia el coche cubriéndose el rostro mientras gritaba: ¡La cara, Manolo, la cara…!

La irrupción inesperada del autocar Assange ha puesto a las cancillerías de medio mundo corriendo por la playa con el culo al aire y gritándose unos a otros: ¡La cara, Manolo, la cara! Sin embargo, en esta ocasión parece que ya es tarde. Ya sabemos que los países árabes no verían con malos ojos que Israel borrara del mapa el poder nuclear iraní; que Putin es un capo de la Bratva; que Mohammed es un sátrapa corrupto y Berlusconi, exactamente lo que parece; que todo gobierno sigue a pies juntillas el modelo de conducta que recomendaba Platón al rey-filósofo en su República: instalarse en el hábito de la hipocresía y arrogarse el derecho a comportarse como un rufián.

¿Pero está justificada tanta sensación y tanto escándalo? Bien mirado, lo sensacional de todas estas explosivas revelaciones es que son exactamente lo contrario de lo que parecen, es decir, son no-revelaciones, confirmaciones de hechos previsibles, rutinarios e incluso triviales. Y el verdadero escándalo, que la realidad sea casi exactamente como nos la imaginábamos.

Por eso no es extraño que quien pone en peligro la seguridad del mundo se parezca menos a Fumanchú que a un desvalido y angelical Tintín con un improbable historial de desenfreno y libertinaje. Hay prisa por echarle el guante. Y eso que en los papeles casi nada compromete a la diplomacia norteamericana y casi todo pone en evidencia a todas las demás. ¡La cara, Manolo, la cara! Después de tantos años y tanto programa doble de maquiavelismo y zorrería, cabe incluso dudar de que un volumen tan colosal de miserias, chismes y secreteos pueda salir a la luz sin el consentimiento o incluso la voluntad de los emisores. Lo que ya ha animado a algunos a calzarle al australiano la deliciosa teoría del tonto útil, teoría que uno, francamente, no acaba de entender. Demasiada tontería para tan poca utilidad.

Ahora bien. si desde el más remoto rincón del imperio un soldado raso, víctima de un ataque de honradez, de resentimiento o de hemorroides, puede chapotear en todas las alcantarillas de la realpolitik y vivir para contarlo urbi et orbi, es que entramos en una nueva era. Así que era cierto: con internet otro mundo es posible. Un mundo no menos canalla pero más franco y descarnado. Un mundo donde ni los espías tienen ya derecho a la intimidad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Ficción y realidad


La realidad a menudo nos sobrepasa y resulta casi siempre ininteligible, de ahí nuestra irrenunciable propensión al mito. La ficción, en cambio, posee con frecuencia más verosimilitud que la propia realidad. Ya lo proclamó el reciente premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, en su imprescindible colección de ensayos La verdad de las mentiras. Si bien, el autor peruano tiene a veces problemas para sortear las mentiras de la realidad, como se desprende de uno de sus últimos artículos (“Las caras del Tea Party”, El País, 24-10-2010), dedicado a la inclasificable asociación conservadora de moda en los Estados Unidos. Tras denostar como excentricidades ideológicas los postulados en moral religiosa y sexual de este hatajo de republicanos desquiciados, el escritor miraflorino cree saber distinguir lo que tiene el grupo conservador de positivo: el adelgazamiento del Estado en beneficio de la iniciativa privada.

Se trata, una vez más, de una curiosa forma de autoengaño, propiciada por la asidua costumbre de generalizar a partir de uno mismo. No debe creer el suspicaz lector que desde estas páginas se defiende el estatalismo utópico u otras formas de gobierno autoritarias, pero tampoco hay que cegarse con el hecho de que la reducción del Estado en democracias como la norteamericana o las europeas supone simple y llanamente atentar contra una distribución algo más justa de la riqueza en beneficio de los que más tienen.

Con todo, ha de reconocerse que el autor de La ciudad y los perros acierta muchas veces en sus análisis de la realidad a través de la ficción. Tal es el caso, entre los trabajos más recientes, de su magnífica novela La fiesta del Chivo, en la que radiografía minuciosamente la figura del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Es más fácil encontrar entre estas quinientas páginas de narración literaria la esencia de lo que supuso aquella tiranía de tres décadas y la posterior transición seudodemocrática de Balaguer que en los análisis de la historia, por lo común más atentos a la macrorrealidad que a los detalles intrahistóricos.

Sin embargo, en esta forma de buscar la verdad a través de la fantasía, no siempre está fino Vargas Llosa. Documentarse para escribir una novela con la intención de practicar la autopsia de lo real resulta imprescindible. Pero, en la elocución del relato, el acopio documental debe pasar inadvertido en beneficio del simulacro de la vida. Y no es así en su última entrega, El sueño del celta, novela en la que nuestro autor pretende desgranar la vida de Roger Casement, diplomático británico que dedicó denodados esfuerzos a denunciar los excesos de la industria cauchera en el Congo belga y en la región amazónica del Putumayo. Pese a las buenas intenciones del peruano por novelar la aventurera vida de este nacionalista irlandés, que terminó sus días ahorcado por el imperio británico acusado de traición, el relato no supera el catálogo de atrocidades que surge de los informes del propio personaje, no se alcanza en esta ocasión ese momento mágico en que el lector se olvida de su prosaica existencia para trascender a la realidad de la ficción.

Mas no siempre es necesario acudir a la literatura para saborear lo real, pues en no pocas ocasiones la propia realidad se novela sola o, por decirlo de manera sentenciosa, la realidad supera la ficción. Un ejemplo reciente lo encontramos en el largo y apasionado romance que vive Benedicto XVI con su prelado de honor, el sacerdote Georg Gaenswein, conocido en las revistas del corazón italianas como “il bello Giorgio”. Este apuesto cura alemán de peinado desestructurado es novio de Ratzinger desde finales del pasado siglo, cuando el entonces cardenal lo reclamó para trabajar a la verita suya en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Desde ese momento, la carrera de Gaenswein fue fulgurante. Pronto consiguió la cátedra de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia del Opus Dei en Roma, pese a que el adonis con sotana no pertenece a esta conocida prelatura. Durante el 2003, en un diáfano mensaje a los curas pederastas, Ratzinger nombró a su talludito galán asistente personal, puesto que siguió ocupando cuando el viejo inquisidor ascendió en 2005 a la silla de Pedro. Il bello Giorgio, como buen fámulo, se encarga de todo lo relacionado con el pescador de las sandalias de marca: ora filtra la correspondencia del atareado pontífice, ora compone los pliegues de su esclavina, como tuvimos ocasión de comprobar en la reciente visita papal a Santiago y Barcelona. Seguramente también debemos al abnegado amante la elegancia con que su Coqueta Santidad adorna la egregia figura: los singulares tocados, el gracioso calzado de Prada o el níveo tupecillo que desborda con delicada onda el capelo.

Como la de cualquier enamorado, la lealtad de Giorgio hacia su amado está fuera de toda discusión. Así lo demuestra la cerrada defensa que realizó sobre el polémico discurso de Ratzinger en Ratisbona, que produjo contrariedad y repulsa en los sectores islámicos y puso en entredicho el acercamiento del papa germánico a otros credos. Sin embargo, para el novio del Santo Padre, paradójicamente admirador confeso del cantante muladí Cat Stevens, el discurso “fue profético”, y añadió: “en el Islam, cuando está a cargo del Estado y de la sociedad, los derechos humanos son constantemente pateados. Los intentos de islamización de Occidente no pueden ser puestos a un lado”. Si esto no es amor, que venga Dios y lo vea.

En definitiva: ¿queda algún lugar habitable entre la ficción real y la realidad ficticia? Nos tememos que no. Sólo cabe ubicarse con suma cautela en la difícil frontera entre estas dos imposiciones, reconociendo que no todo lo que pasa sucede verdaderamente y no todo sueño resulta inalcanzable. De todas formas, si hay que elegir, siempre resulta preferible Vetusta a Oviedo, Yoknapatawpha a Ciudad Real; antes las calles embarradas de Macondo que el pulido pavimento de la Place Vendôme; las gulas en lugar de las angulas, la burbujeante Fanta mejor que el zumo pulposo de la naranja.






Mishkin dijo...
Este tipo de imputaciones viles y calumniosas contra el sucesor de Pedro serían más sólidas y divertidas con las correspondientes fuentes y fotos. ¿La Fanta mejor que el zumo de naranja? Eso no es ubicarse muy cautamente. Si al menos hubieras dicho mejor el flan de polvos que el casero... Enhorabuena por el artículo.
P.D. ¿Alguien sabe quién ha tirado a la basura el anterior comentario?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Hemingway




Margarita me dijo me gustan tus piernas porque hablan cuando estás como ausente y hay un hipopótamo que pasea circunspecto por las calles de Pamplona. Cuando Margarita hacía este tipo de afirmaciones yo la miraba como si fuese el obispo auxiliar de la Diócesis Osma-Soria oficiando una novena a San Pancracio, es decir, como Bogart a la Herpbun antes de viajar por el África, reina. Miré mis piernas y comprobé que callaban presentes aunque Margarita adelantaba una de sus rodillas –pierna derecha- y la acercaba turgente a la rodilla de mi pierna izquierda, ambas rótulas enfrentadas bajo la barra del bar. El hipopótamo nos miraba melancólico con aires de viejo y de mar, y el sol amenazaba lluvia y frío bajo los soportales. Miré a Santiago cuando ya me temblaban las rodillas y estaba a punto de morirme en la tarde. Virtió el Pernod en la copa y añadió champán hasta conseguir el efecto adecuado de color lechoso opalescente: “Beba despacio de tres a cinco copas de este cóctel”.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Mesianismo lingüístico

"Cuenta el todavía director de la RAE que, junto a la puesta al día de la economía académica, Fernando Lázaro Carreter, antecesor e íntimo amigo suyo, le hizo otro encargo: 'Ocúpate de América'." (El país semanal, 5 de diciembre de 2010).
Hay quienes han nacido para cumplir con una alta misión y quienes hemos venido a este mundo para agradecer la orientación y guía de los que cumplen con el sagrado voto de iluminar las tinieblas de nuestra ignorancia. Seguramente ya adivinó la grandeza de su destino el joven que se reconoció en una crónica de Hora de España como el niño rescatado entre las ruinas del bombardeo en su natal Villaviciosa. Hubo de ser una señal. ¿Fue esa precoz resurrección la que le impulsó a seguir estudios de teología y a ejercer el sacerdocio? Queda para los biógrafos e historiadores la tarea futura de despejar la incógnita. Para sus fieles, solo resta la posibilidad de acercarnos reverencialmente a la figura del ilustre prócer para interpretar los sucesos que se nos revelan en la entrevista que nos brinda: ¿no recuerdan las palabras de Lázaro -"Ocúpate de América"- las de la reina Isabel la Católica a un Colón que las recibe arrodillado y presto a servir a Dios y a una España recién nacida? ¿No resuena en ellas el eco de algún Papa que, en sus últimas horas, confía a su sucesor la tarea de propagar entre los paganos esa buena nueva la primera con b alta y la segunda con b baja?
Podemos imaginarnos al entonces todavía secretario de la noble casa recibiendo sobre sus hombros tan pesada carga. Pero el esfuerzo compensa. Dispuesto a "servir al honor de la nación porque hacerlo es un honor en sí mismo" conseguirá después de tres mandatos doblar el presupuesto de la que él mismo denomina "una mediana empresa": seis millones de euros anuales, cinco millones de ejemplares de las publicaciones de la RAE vendidos en estos años en las distintas campañas de Navidad (este año nos espera la buena nueva ortográfica). Pero no nos quedemos en los fríos datos contables; porque no es ese el propósito de la Academia, el verdadero propósito es transatlántico y universal, ecuménico y conciliador, propio de hombres a quienes guía el deseo de consenso y la devoción por una lengua tan inquieta y andariega como la santa en cuya obra don Víctor, según el cronista, es una autoridad mundial. No hay por qué dilatarlo más: el objetivo es el panhispanismo lingüístico.
Nadie mejor que el protagonista de la entrevista para explicarlo: "Fui a Chile a presentar la anterior Ortografía. Fue un acto conmovedor. El salón abarrotado, banderas de Chile y España, obispos, generales, los himnos... Un ejemplo de panhispanismo". Desde la emoción de mi alma de panhispanohablante no solo rubrico sin rubor estas palabras sino que reivindico y grito desde las entrañas de Castilla, de México, de Guatemala, de toda la América hispana qué coño, ¡hermanos en el idioma, levantemos el estandarte de nuestra lengua española, más banderas, más obispos, más generales, más himnos, más garciadelaconchas!

                                                              RICARDO      ...