"Cuatros poemas bobos" es extracto de
Por lo demás, todo bien (2021), poemario inédito de Negro Black, quien saluda de esta forma la nueva y esperada singladura de La Rivoli
Nocturno
Cayó la noche.
Un traspiés,
y rodó todo lo larga que era.
No pudimos evitar la risa;
para ocultarla,
nos tapamos la boca con las manos.
Estábamos hartos de ver las noticias por la tele,
por eso nos distrajo
la irrupción cómica de la noche.
Las ventanas de enfrente
encendieron las luces con puntualidad,
quizá para mitigar el oprobio
de ver toda la noche derramada por los suelos.
No nos inquietaba,
sabíamos que volvería a incorporarse
con esa tenacidad que los sicólogos recetan
a quien se les acerca.
Pero llegó la hora
de ahogar nuestra inconsistencia en los sueños.
Entonces supimos
que
necesitábamos a la noche en pie.
Pronto experimentamos cierto alivio,
como cuando desciende el telón sobre el escenario,
al comprobar que,
tras el accidente,
no se le habían roto las gafas.
Post coitum tristia
Después de hacerlo
acabaron rendidos.
Analizaban la orografía del techo
compartiendo un cigarrillo.
Allá fuera,
la lluvia rozaba la ventana
con una
vidriosa mirada de descaro.
En el incómodo silencio,
solo una pregunta revolaba,
como una polilla tácita
que hubiera atravesado el desierto
solo para ellos:
¿dónde quedó balbuciendo
el no sé qué?
Irchelpark
Mientras caminábamos por la nieve,
tú recordaste inoportunamente
que el noveno
círculo del Infierno
es un páramo helado.
No me inquietó, sin embargo,
los
cuervos velaban nuestros pasos en la vereda.
En el Infierno no habrá aves,
pensé.
Un copo se descolgó de una rama
y el estruendo estremeció
una hilera de
árboles desprevenidos.
El cielo competía en blancura con la pradera
y consiguió
la victoria por dos medidas de leche.
Fue entonces cuando apretamos el paso,
temerosos de que el destino
se perdiera con nosotros
en aquel desierto blanco,
preocupados porque los cuervos
no mancharan de sombra
nuestro camino de regreso.
Crepusculario
Cuando bajo la basura,
con chanclas y en pijama,
me sorprenden en la calle
los
cielos pensativos, ensimismados,
y el azul crepuscular de los viandantes.
No me
expongo mucho,
porque me avergüenza que me vean así,
mas no puedo evitar
el
deseo morboso de acariciar algún árbol,
mientras los perros hieráticos
alargan
temerariamente
sus sombras hacia el levante.
“Es algo indecoroso enseñar a esas
horas
las uñas de los pies”, dice mi mujer.
Pero cómo retraer las garras
ante
semejantes ocasos.
Cómo resistirse a los finales trágicos de los días,
a esa
irrecuperable sensación de que todo se ha perdido,
todo.
Esta nueva faceta de Negro como ¿poeta de la experiencia? me ha descolocado bastante. Despierto te sigo mientras vagas irónico, atento y abrumado por el paso y el peso de los días. Un enorme placer volver a leerte.
ResponderEliminarLa Rivoli abre de nuevo con el alborozo y el consuelo de un poema como "Crepusculario".
ResponderEliminar