martes, 4 de octubre de 2011

Apostillas a un texto apócrifo




"Los espejos y la cópula son abominables
porque multiplican el número de los hombres"

JORGE LUIS BORGES







En tiempo de perturbación, no hacer mudanza, predicaba aquel legionario a lo divino, Ignacio de Loyola. Y esto viene a cuento por un hecho maravilloso sucedido recientemente en este mismo blog. El prodigio, de naturaleza borgiana, es un presunto escrito que me pareció ver y leer y al mismo tiempo desaparecer, semejante a la dulce contemplación del discurrir melancólico de las aguas del Guadiana.

"Es tierno y alado esperar la llegada de la primavera y de los amigos", pensaba Confucio. Y yo añadiría que también lo es la desaparición de ambos. El caso es que sueño o perpleja vigilia pude disfrutar de su contenido y fantasear con las múltiples sugerencias que me provocaba. Si, como creí entender, Dios era la ardorosa referencia del artículo y el eterno objeto del deseo, tanto de teólogos como científicos, todos los pensamientos se pierden en el infinito como el miedo de noche. Digas lo que digas de Dios, dirás mentiras, opinaban humildemente los místicos. Tal vez, sólo nos quede el consuelo de aquella teología negativa que buscaba a Dios donde no estaba. Porque poco o nada sabemos de este asunto, y no sólo porque el tema sea complejo y la vida breve, que también, sino más fuertemente por la infinitud del tema, y siempre se ha sospechado que la idea de infinito amenaza cualquier otra idea.

El fantasmal y delicioso escrito que soñé leer ofrecía datos históricos sobre la búsqueda filosófica y científica de ese Otro que se esconde más allá de todos los desiertos. De cómo ambos caminos se entremezclaban e interferían mutuamente, y de cómo el cuerpo carnal de Dios (y el materialista Spinoza intuía conmovido que lo tenía) nadie conseguía percibirlo o tocarlo. Nuestra pobre alma (mera idea del cuerpo, según el filósofo) sólo puede anhelarlo vigorosamente y esperar sosegados a que las palomas de sus labios ilimitados nos besen, ya muertos, los párpados.

Todo esto tendrá sentido si nos desazona la materia de tanto dislocado discurso; y a nadie más que a los no creyentes les horada las íntimas entretelas tal cuestión. Por lo demás, y vuelvo al escrito ensoñado, los viajes de la magia y la cábala que emprendieron con temor y pasión los pensadores renacentistas, desconozco los territorios que pudieron o puedan descubrir, si nos traen o no un puñado de tierra que Aquel pisó. Más torpe y desalentado, prefiero el goce modesto de las palabras, y la amistad de hombres inteligentes como el autor del supuesto escrito.

1 comentario:

  1. Como las lentes, un texto requiere pulidos que no siempre se aprecian a primera vista. Aquí, la suerte me ha favorecido, porque tus apostillas sobre el primer borrador han atenuado el texto que ahora ofrezco. Gracias por tu atenta mirada, por tu atenta consideración.

    Negro Black

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                                                              RICARDO      ...