martes, 9 de febrero de 2010

Últimas revelaciones del Club Underbridge.

Siempre que oigo hablar del club Bilderberg y del libro de Daniel Estulin, recuerdo una célebre boutade de Unamuno: “Es un libro tan deleznable que ni siquiera lo he leído”. Yo tampoco he leído La verdadera historia del club Bilderberg (2006) ni Los protocolos de los sabios de Sión (1903) ni La conjura de la francmasoneria contra la religión católica y los soberanos (1792) ni el Apocalipsis de San Juan. Tampoco la famosa biografía sobre Robespierre que se publicó después de la restauración borbónica en Francia, donde el lector descubre, con horror y a la vez con alivio, que el pequeño Maximiliano tuvo una infancia desdichada en la que su principal distracción era decapitar pájaros. Estos libros aterradores, analgésicos y sensacionales se venden como rosquillas. Estulin ha vendido, sólo en España, 150.000 rosquillas. La fórmula, milenaria e invariable, combina siempre en diversas dosis tres elementos irresistibles: La impostura, el secreto y la manipulación.

Se ofrecen visiones torturadas que se remontan al Jardín de las Delicias del Bosco y a los bestiarios medievales: Banqueros ultraliberales criptocomunistas; Benedicto XVI como maestro de la gran logia de Roma con el sublime grado 33. No importa la falta de consistencia del cuadro, la incoherencia infumable de las etopeyas, al contrario. Todos parecen algo y son otra cosa, generalmente su contraria. Un bebé babeante y humedecido es el Anticristo. Un inmenso campo de amapolas agitando las oriflamas de sus pétalos como un primero de mayo en la Plaza Roja, una ominosa avanzadilla alienígena.

Nótese que aquí lo relevante no es el mensaje sino la ausencia de mensaje, su vaguedad o su carácter cifrado y enigmático. Divinas palabras. Un fructífero vacío que podemos llenar descargando el saco de nuestros recelos, fantasmas y aprehensiones. Si las reuniones de este club contaran con taquígrafos para recoger las deliberaciones de estos señores, causarían tanta sensación y se leerían con tanta avidez como las actas del Congreso Iberoamericano de entomología tropical.

Y siempre la mano negra. Si viene un nublado y luego no llueve sobre los trigales sedientos de Soria, ha sido una avioneta fletada por la C.A. de Aragón para dispersar las nubes. ¿Os creíais que los jóvenes de los 60 descubrieron a Los Beatles? ¡Ah…, cenutrios! Los Rolling, los Beatles, Woodstock y los 40 Principales son las metáforas de un lavado de cerebro devastador. Nos los implantaron. Todo está manipulado. Este punto es muy poderoso y está profundamente arraigado en nuestra conciencia. Hacemos una operación. Si el mercado se mueve a nuestro favor, es porque sabemos leer los signos y conocemos sus leyes sutiles. Conclusión: el capitalismo es maravilloso y si no existiera, habría que inventarlo. Si ocurre lo contrario, el sistema está podrido. Han sido los templarios del Plunge Protection Team, el vencimiento o las ventas a corto. El mercado es matrix. Las bolsas, una mafia. ¿Pero acaso la manipulación no existe? Que si existe… La manipulación es tan antigua como la mano. ¿Quién se resiste a empujar por todos lo medios y con todas sus fuerzas para llevar el agua a su molino? Unos tienen las manos más grandes que otros, pero cada uno hace lo que puede. En los mercados, en el trabajo, en el amor y la familia, y no digamos en la política, la manipulación es un hecho. También es un hecho que sólo la denunciamos cuando estamos en la oposición. Después de todo, vivimos en un mundo secularizado que ya no puede atribuir las mercedes que recibe a la providencia divina, pero que no puede evitar adjudicar los reveses que sufre a una voluntad externa, egoísta y diabólica.

El conspiranoico es tradicionalista, crédulo y sobre todo, comodón. Él nunca tiene que probar nada. La onerosa carga de la prueba recae sobre los escépticos ¡Que le demuestren a él que el 11-S no lo montó el Mosad, la Cia y un consejero delegado de British Petroleum! Por más honesta que parezca, la mujer del César nunca podrá probar que jamás ha sido infiel. Como es metafísicamente imposible demostrar que no ha ocurrido algo que ha podido ocurrir, se abre ante nosotros un mundo policromado y delirante de posibilidades insospechadas y maquiavélicas.

Pero el libro que yo echo de menos y nadie escribe es Presente y futuro del club Underbridge. Como su nombre indica, los integrantes del club Underbridge no se reúnen en hoteles de cinco estrellas sino bajo los puentes. Su influencia individual es nula pero su número va en aumento constante y sólo en España ya cuenta oficialmente con medio millón de nuevos miembros. Desde hace siglos, los arquitectos del universo han subestimado la capacidad del club Underbridge para irrumpir en la Historia y han despertado de su sueño cayéndose de la cama por cualquiera de sus dos lados. En realidad, sólo es necesario que alcance una masa crítica con un grado de desesperación crítico. Pero no hay problema. El Instituto Tavistock ya tiene un protocolo para neutralizarlos con un implante de barretina, Messi y Chiquilicuatre. Mientras tanto, Estulin sigue dándole a la carraca y buscando los móviles inconfensables de una crisis de laboratorio. Con lo fácil que es cortar por lo sano con la najava de Hanlon: No lo atribuyas a la malicia si la estupidez basta para explicarlo.

1 comentario:

  1. Me gusta tu artículo, Mishkin, aunque no alcanzo a entender su pleno significado; será porque no he leído a ese tal Estulin. Sólo una objeción: yo sí leería con avidez las actas del Congreso iberoamericano de entomología tropical.

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                                                              RICARDO      ...