viernes, 30 de diciembre de 2011

El llanto militar



"La nieve, como las lágrimas, cae sin fin.
¿Cómo no iba a llorar el firmamento cuando
hemos perdido a nuestro general, que era un
gran hombre del cielo? Mientras la muerte
nos separe de nuestro general, el pueblo,
las montañas y el cielo derramaremos lágrimas
de sangre, querido comandante supremo".

Un militar anónimo en el funeral de Kim Jong-il







Creo que fue Borges quien evocaba la figura quevediana del "llanto militar". Obviando el hallazgo retórico, desazona la coexistencia paradójica de la delicadeza y la bizarría, que ya experimentamos en la "Heroica" de Beethovens. Pero no hay duda de que la imagen estalla en múltiples y encontradas connotaciones, que la verticalidad y elegancia que sugiere concuerdan con las palabras arriba mencionadas y las estampas contempladas en estas históricas exequias.
Estas escenas luctuosas del pueblo y la milicia de Corea del Norte llorando la muerte del dictador abominable con pinta de maitre gay de un restaurante chino, y tan parecido a Juanito "Golosinas" (ya sabéis, el cariñoso y pizpireta amigo homosexual de las folklóricas españolas) me recuerdan, no por las tendencias sexuales que son respetables, con qué facilidad se hermanan el agua pura de los sentimientos y el viento sucio de la barbarie.
La filósofa Hanna Arendt hablaba de la trivialidad del mal, de lo accesible que resultaba perpetrar cualquier infamia sin ningún sobresalto ético. Algo así como el ejercicio burocrático de la iniquidad. Pero aquí aparece también otro rostro: el cuerpo seductor de la literatura (espontánea y popular) para envolver y hacer plausible la bestialidad de los hombres. Dejando al margen las propiedades psicoanalíticas y edípicas que encierra el llanto por la desaparición bajo la nieve del "gran padre de la patria", el escalofrío de estas imágenes y de esas palabras muestra la naturalidad con que nace en el alma de los hombres la pasión poética y el lirismo conmovedor ante cualquier tipo de vida y de actos.
Por vulgares y trillados que nos resulten estos resortes de la condición humana, no puedo evitar la conmoción que sinceramente me causan. No sólo el dolor por la ausencia de un monstruo, sino también y muy amargamente la "legitimidad" que inevitablemente presta la lengua poética besando con emoción los cuerpos violentados.

PD.:Menos mal que nos queda la tibia esperanza de que el hijo del extinto dictador, Kim Jong-un, no ha acabado el bachillerato y ni siquiera contempla la posibilidad de un ciclo formativo.

1 comentario:

  1. Hombre, Yepes, tu audacia ensayística nos lleva de las sublimes modulaciones de la "Heroica" al "Españoles, Franco ha muerto" del carpetovetónico llanto militar. Muy duro, sobre todo, ahora que "Franco ha vuelto". Celebro que tú también hayas vuelto. Algo me dice que 2012 va a ser el año de la Rivoli. Que te sea propicio.

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                                                              RICARDO      ...